Suicidio en adolescentes y cómo intervenirPor Elizabet Gilbert e Ivan Monzon Cultura Juvenil y Reducción de Riesgos - Fundación Doulos www.doulosgt.org “Marina Pérez (nombre ficticio) tenía 18 años, era q’eqchi’, y cursaba tercero primaria cuando decidió quitarse la vida. Hasta el momento en que agonizaba … dijo que esperaba un bebé de su cuñado, quien la había violado” (Prensa Libre, 07/04/2019). Otro caso es el de un joven de 17 años que durante la noche despertó a su familia por los fuertes ruidos que produjo al sufrir convulsiones debido a que había ingerido una serie de pastillas para quitarse la vida. Y un caso más es el llanto de una chica que contaba con lágrimas en sus ojos que no podía olvidar el día que su hermana ingirió una pastilla para curar el maíz con la cual perdió la vida al llegar al hospital. El suicidio es un problema de alarmantes dimensiones en Guatemala y en el mundo. El artículo antes mencionado cita que “en el compendio estadístico 2017 del Ministerio de Gobernación, los datos de la PNC reflejan que la mayor incidencia de muertes en mujeres se concentra entre 15 a 19 años y la de hombres entre 20 a 24 años. En ambos géneros, los principales medios son asfixia por suspensión, arma de fuego y envenenamiento”. Aunque las cifras suenan alarmantes el tema del suicidio aún permanece silencioso en nuestro país, aunque es un hecho más común de lo que se cree. Muchos de los parientes de estos jóvenes se enteran de la difícil situación hasta que ya están inmersos en ella, cuando ya no se puede hacer nada para revertir tan drástico acontecimiento. Y prefieren permanecer silenciosos por miedo a los prejuicios sociales y religiosos que rodean al tema del suicidio. Muchas veces se tiene la creencia que un adolescente creyente y con una vida de fé no luchará con el suicidio, sin embargo la realidad nos muestra que aún en personas espiritualmente activas, éste flagelo puede azotar sus vidas si se da lugar al desarrollo de una depresión, ansiedad, un exceso de presión hacia si mismos, sentimientos de culpa o experiencias dolorosas no superadas. ..."Como cuidadores o formadores de jóvenes debemos entender que ninguna persona que intenta quitarse la vida lo hace de la noche a la mañana..." Un problema de raíces profundas: La etapa de la adolescencia ha estado cargada de una serie de mitos que muchos padres toman como verdad: “Que los adolescentes cambian de humor a cada momento; que todos los adolescentes tienden a ser rebeldes; que si los adolescentes exageran las cosas etc.” Pero es necesario entender a cada adolescente en su particularidad. La adolescencia también es influida por una sociedad que ha sido marcada por la violencia sexual, el alcoholismo, el machismo y el analfabetismo que en muchos casos dan lugar a fenómenos como la desintegración familiar y paternidad irresponsable, la pobreza extrema y la soledad. Estos fenómenos desencadenan que existan niños cuidados por un solo progenitor, por abuelos, por hermanos y hasta por personas extrañas que en algunos casos pueden abusar física, emocional y sexualmente dejando secuelas en la psique lo que conlleva a que en la adolescencia los jóvenes experimenten emociones fuertes como la soledad, el abandono y la falta de valía personal. Detectando el riesgo del suicidio en adolescentes Como cuidadores o formadores de jóvenes debemos entender que ninguna persona que intenta quitarse la vida lo hace de la noche a la mañana, en muchos casos los signos están presentes por largos períodos de tiempo. De tal modo que es responsabilidad de los padres, cuidadores y amigos estar atentos a cualquier cambio que se evidencie. Cada padre, cuidador o educador puede aprender a conocer al adolescente con quien convive de modo que si nota algún cambio en los estados de ánimo o escucha frases que antes no se decían pueda con autoridad ayudarle u orientarle y aunque esto se escucha fácil requiere un compromiso de aprender a tener una escucha activa y una aceptación incondicional que permita un acercamiento y un conocer al joven con quién se interactúa a fin de reconocer si presenta algunas de las siguientes señales:
La forma en que damos confianza: Si las señales aparecen es indispensable romper el silencio: aunque parezca inapropiado o incómodo, las investigaciones muestran que ayuda hablar del tema de manera frontal. Es necesario actuar para mostrar un interés genuino en la vida de un adolescente o producir en él cambios significativos que les den un sentido de vida. La aceptación auténtica es algo que va más allá de las palabras, incluye la mirada, la postura incluso los silencios; y en un ambiente de confianza un ser humano es capaz de mostrar su ser interior. Los padres, cuidadores y líderes deben estar dispuestos a aceptar a los jóvenes por su valor individual independientemente de que estemos de acuerdo con su conducta. El ingrediente de la aceptación combinado con una escucha activa, que incluye no mi punto de vista, ni mis enseñanzas sino más bien un conocer como aprende el otro, conocer de donde provienen sus percepciones y usarlas para construir. Ayudando alguien en crisis de suicidio:
Si usted sospecha que un adolescente está pensando en el suicidio:
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“Hemos considerado seriamente cerrar esta escuela por un tiempo porque nos sentimos inseguros”. Estas fueron las palabras de una directora preocupada por el aumento de la violencia dentro de su escuela. ¿Qué podemos hacer los profesores para prevenir que los centros educativos se conviertan en espacios de anomia social y violencia? Aunque pareciera que lo único que puede hacerse es ser autoritarios por un lado, o bien esconderse o quedar paralizados por el otro lado, pero desde los principios de Educación para la Paz y la Pedagogía de la Ternura (Alejandro Cussiánovich) hay esperanzadoras respuestas a esta angustiante pregunta. Entendiendo la violencia en la escuelaLa escuela nunca es ajena a lo que se vive en la comunidad. Como todo fenómeno social, la violencia en las escuelas no tiene una única causa, sino es, por decirlo así, el resultado de un eclipse de factores que coinciden entre los cuales están: La precariedad de los recursos, el distanciamiento afectivo o las relaciones sin ternura entre quienes forman la comunidad educativa (padres, madres, cuidadores, docentes, administrativos y estudiantes), la criminalidad imperante en los barrios cercanos a la escuela, la exclusión y discriminación de jóvenes, mujeres y niños en las comunidades, la corrupción en autoridades educativas, las experiencias adversas (violencia física, sexual y psicológica) vividas por los miembros de la comunidad en la familia y las dificultades que las personas tienen para resolver sus conflictos usando formas no violentas, entre otros factores. De hecho, toda la violencia es producto de situaciones de conflicto que no logran resolverse o atenderse adecuadamente en la sociedad y por lo tanto se buscan “resolver” de una forma destructiva o impositiva. A continuación presentamos una lista no completa de algunas cosas que el Gobierno, autoridades, docentes, padres, madres y estudiantes pueden aprender a hacer para prevenir la violencia en las escuelas. Lo que puede hacer el Gobierno
Lo que puede hacer la dirección
lo que pueden hacer las madres y los padres
lo que puede hacer el personal docente
lo que pueden hacer los estudiantes
Hay muchas cosas que no pueden controlarse desde la escuela, por su función educativa y sus limitaciones, pero hay muchísimo más que sí puede la escuela enfocar para promover un clima de convivencia, colaboración y apoyo mutuo. Estas medidas no solamente ayudarán a reducir la violencia sino generará una experiencia educativa más gratificante, humana, motivadora y sanadora. El programa de Cultura Juvenil y Reducción de Riesgos de la Fundación Doulos busca contribuir a que más centros educativos, iglesias y organizaciones basadas en la comunidad implementen acciones de prevención y anticipación de violencia de forma efectiva así como también se prevengan otros riesgos como el suicidio, embarazos de adolescentes, adicciones, hábitos de autocuidado y otros. www.doulosgt.org |
El Programa de Cultura Juvenil y Reducción de RiesgosEs un programa dedicado a aprender y compartir estrategias creativas para reducir el riesgo juvenil desde iglesias, escuelas y organizaciones en comunidades afectadas por la violencia. Nos apasiona ayudar a quienes ayudan. Aprendemos constantemente de la experiencia y de la reflexión. ArchivosCategorías |